martes, 21 de diciembre de 2010

- México ¿un país seguro? - Felipe Calderón y sus “bonos de riesgo”




Nacida en 1959 en una pequeña aldea de las montañas del Quiché guatemalteco Indígena maya. Nieta de mayas. Rigoberta Menchú Tum fue distinguida en el año de 1992 con el Premio Nobel de la Paz por su lucha en favor de los derechos humanos de los indígenas perseguidos en su país. ¿Quién no recuerda la cruel guerra civil que vivió Guatemala durante 36 años? según datos oficiales ese baño de sangre costó a ese país 100 mil muertos y 40 mil desaparecidos, cifra que pudo haberse quedado corta pues organizaciones internacionales de derechos humanos hablaron de cifras muchos mayores.

Cuando Rigoberta Menchú recibió el Premio Nobel se encontraba exiliada en México huyendo de la feroz y violenta persecución de la que era objeto en su país, al igual que miles de guatemaltecos que se refugiaron en el nuestro para salvaguardar su vida y la de su familia. Desde México nunca bajó la guardia en su lucha a favor de las causas de sus hermanos indígenas, no cesó hasta lograr los tan anhelados acuerdos de paz que pusieron fin al conflicto. Era México un país que podía brindar seguridad tanto a los refugiados como a los ciudadanos.

Al recibir el Premio Nobel la indígena quiche fue ante el mundo la portavoz de los indígenas y mestizos desprotegidos, agredidos y humillados. En un memorable discurso pronunciado ante los Reyes de Noruega, el Primer Ministro y un gran cuerpo diplomático internacional, dibujó ante ellos la situación que viven millones de etnias en el mundo. Era una oportunidad de oro por ser una distinción que pocas veces se le concede a una persona de raíces indígenas y el espacio tenía aprovecharlo con creces.

Menchú había viajado desde México para ir a recibir el Premio Nobel de la Paz 1992, sus palabras señalaron con tristeza que había sido en su país Guatemala donde más objeciones había encontrado para que se le entregara el premio y fue duramente reprimida con tremendas acciones que nada tenían que ver con la paz. Y ante la nostalgia de no ser querida por los altos dignatarios de su nación, remató diciendo “Con profundo dolor, por una parte, pero con satisfacción por otra, hago del conocimiento de ustedes, que temporalmente el Premio Nobel de la Paz 1992, tendrá que permanecer en la Ciudad de México, en vigilia por la paz en Guatemala. Porque no hay condiciones políticas en mi país que permitan avizorar una pronta y justa solución”

“La satisfacción y reconocimiento provienen del hecho de que México, nuestro hermano país vecino, que tanto interés y esfuerzo ha puesto en las negociaciones que se realizan para lograr la paz y ha acogido a los refugiados y exiliados guatemaltecos, nos ha otorgado un lugar en el Museo del Templo Mayor (cuna de la memoria milenaria de los Aztecas) para que el Premio Nobel resida, en tanto se crean las condiciones de paz y seguridad para ubicarlo en Guatemala, la tierra del Quetzal.”

Eran otros tiempos, México vivía en fraternidad y la ola de criminalidad y violencia no eran noticias locales. Éramos un país ejemplo a seguir por nuestra política exterior, había respeto reciproco hacia todos los países. No aparecía en escena todavía el charro con botas, Vicente Fox y su desafortunada frase del “comes y te vas” con las que daba indicaciones al viejo y experimentado líder cubano Fidel Castro de cómo comportarse con su patrón del norte. En aquellos tiempos sosteníamos buenas relaciones con Cuba, con Estados Unidos y Venezuela con el primero sosteníamos excelente intercambio comercial, médico y educativo y con el segundo buenas relaciones comerciales de respeto y colaboración, además se acababa de firmar el Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente hasta nuestros días.

México era pues el ejemplo latinoamericano a seguir, el lugar más seguro después de USA para vivir, para invertir y para brindar asilo político. Era un lugar neutro para buscar los acuerdos de estabilidad de países del centro y Sudamérica, fue justamente por eso que Rigoberta Menchú decidió asegurar en nuestro territorio su medalla del Premio Nobel de la Paz. Pese a que en 1996 el entonces presidente de Guatemala Álvaro Arzú logró un acuerdo que puso fin a la guerra interna, hasta esta fecha la medalla de Rigoberta Menchú continúa depositada en el Museo del Templo Mayor en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Sería interesante saber ¿Qué piensa hoy en día Rigoberta Menchú de la seguridad de guardar su medalla en un país donde se libra una guerra entre el gobierno mexicano y el narcotráfico? Donde se vive cotidianamente un clima de inseguridad, de inestabilidad y zozobra. Un país en el que hasta el 16 de diciembre de este año, según datos divulgados por la Procuraduría General de la República, suman ya 30 mil 196 muertos, -cifra que también se queda corta- desde diciembre de 2006 cuando el presidente Felipe Calderón lanzara en su ofensiva contra los carteles de las drogas. Desastrosos han sido los resultados de quien se autonombró Presidente del Empleo, pero que resultó ser el Presidente del desempleo y de la inseguridad, por lo que resultó ser un grave peligro para México. ¿Está México acercándose a una situación grave de violencia como la que alguna vez vivió Guatemala y Colombia, o ya la superamos?

No dudemos que pronto Rigoberta Menchú opte por llevarse su medalla a otro lado, pues en nuestro país tristemente hemos retrocedido en todos los rubros, pero lo más alarmante es la inseguridad que cada día crece y nos hace perder nuestra capacidad de asombro. No somos ya un país neutro que brinde seguridad a refugiados. Hoy en día hay muchos países que recomiendan a sus conciudadanos no viajar a México, y con justa razón, pues aquí se respira el miedo y en cualquier momento pueden ser víctimas de un fuego cruzado, es penoso decirlo, pero esa es nuestra triste realidad.

Decía Rigoberta Menchú en una entrevista realizada por Adriana Pérez Cañedo en 2003: “Tengo la esperanza de que un día de estos se vaya nuestra medalla a Guatemala, no obstante ahora está protegida por un decreto presidencial aquí en México, está en un lugar bellísimo donde se encuentra la cultura milenaria de los aztecas. Si me la llevo a Guatemala, así como están las cosas tal vez se la roben y la conviertan en aretes. La delincuencia y corrupción en mi país es terrible” y ¿Qué pensara ahora de la delincuencia y la corrupción en nuestro país? ¿Acaso no corre el mismo riesgo?

…QUIENES ESTAN felices son los funcionarios federales. Según una información difundida en el portal: http://www.animalpolitico.com, 14 funcionarios federales cobran “bonos de riesgo” encabezados por Felipe Calderón, quien está protegido por mil 408 soldados, marinos y pilotos del Estado Mayor Presidencial y cuenta con una sección de inteligencia, aparte de su bunker bien blindado. El ha cobrado “bonos de riesgo”, por 1 millón 303 mil 567 pesos. Con tanta protección. ¿Cuál riesgo? Riesgo el de la población en general que está a merced del hampa. Pues bien, estos funcionarios cobraron en general 5 millones 898 mil 859 pesos correspondientes a los años 2007, 2008 y 2009. El pueblo sigue aguantando. Pero, ¿Hasta cuándo? En fin veremos.
joaquinperegrino@hotmail.com

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